Puesto que durante la semana había llovido y hecho sol, y las condiciones determinaban buenas expectativas, decidimos acercarnos a la zona del pantano del Atazar. Con una cesta, dos garrotas y unas navajas en los bolsillos comenzamos la búsqueda del tan suculento níscalo. La mañana se presentó bastante fría pero las ansias de búsqueda no frenaron nuestros propósitos. Empezamos llenando la cesta con 4 champiñones silvestres, empezando y terminando dado que el tamaño que tenían no quedaba apenas espacio para encontrar nada más...
Dejamos el prado donde nos encontrábamos, cruzamos la carretera y el pantano, al rato hubo un gran parón donde apenas encontramos nada, estaba la zona muy rebuscada, eran las 10.30 de la mañana y había mucha gente en la zona. Empezamos a adentrarnos entre las jaras y rebuscando entre la hojarasca y al fin apareció el primero. Desde ese momento no paramos de encontrar, parecía que saliesen a medida que nos acercábamos a la zona. Con una cesta entera de níscalos, y cuatro súper-champiñones en las manos, nos fuimos a casa con la mañana aprovechada.
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